6.7.07

El Cuarto Poder Imperial.

El Cuarto Poder Imperial.
Por Eva Golinger
en Aporrea.org, Venezuela, 04 de Julio de 2007.

Este año se celebra el aniversario número 231 de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Hace 231 años, el territorio estadounidense se liberó de la colonización y dominación inglesa, estableciendo entonces una república basada en los ideales y derechos de la libertad, la vida, la igualdad y la felicidad. El texto de la Declaración de Independencia de Estados Unidos del 4 de Julio del 1776, obliga a sus ciudadanos y ciudadanas a reaccionar si su gobierno viola estos conceptos fundamentales del país, articulado en el segundo párrafo de dicho documento: “Siempre que una forma de gobierno atente contra tales fines, es derecho del pueblo modificarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno cuyas bases se asienten en estos principios, y organizar su poder de forma tal que pueda garantizar su seguridad y felicidad.”

Además, la Declaración de Independencia dice, “Cuando [existe] un largo tren de abusos y usurpaciones, que evidencia un diseño para reducir [estos derechos e ideales] bajo un despotismo absoluto, es [el] derecho [del pueblo], es su deber, derrocar tal gobierno, y entonces proveer nuevas guardias para la seguridad de su futuro.”

Durante el gobierno de George W. Bush, se han violado estos principios fundamentales de la Declaración de Independencia y han logrado reducir los pocos derechos otorgados en la Constitución estadounidense a casí cero. El texto de la Declaración de Independencia otorga a sus ciudadanos el derecho y el deber de abolir o alterar un gobierno que viola estos conceptos de la libertad, el derecho a la vida y al logro de la felicidad. Sin embargo, el pueblo de Estados Unidos no ha reaccionado de esa forma, más bien, se ha caido bajo la sombra de una campaña de terror liderada por la élite económica y política de Washington.

El gran monstruo detrás de esa campaña, y él que ha avanzado la decadencia del imperio de una velocidad no antes visto, es el actual Vice-Presidente Richard “Dick” Cheney. Bajo el mandato de Cheney, la oficina de la vicepresidencia ha cambiado de un cargo sin poder ni propósito ninguno, al nucleo de poder más potente y peligroso de Washington. Cheney fue la voz central en la “legalización” de la tortura como táctica para avanzar la “lucha contra el terrorismo” y la recolección de inteligencia e información a manos de la CIA. También fue el autor del programa de espionaje contra ciudadanos estadounidenses en clara violación de la ley. Cheney invokó la “supremacía del ejecutivo” para justificar sus acciones y decisiones, y logró menos transparencia y más secretos, creando entonces un ejecutivo que no esta sujeto a la investigación ni revisión del congreso estadounidense (como proscribe la ley). Y la voz principal defensora de la detención ilegal y arbitraria en la cárcel de Guantánamo tanto como en las cárceles secretas que ha construido la CIA por Europa, ha sido la de Dick Cheney.

Cheney formó parte del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC), junto a otros neoconservadores y halcones de la escuela Reagan-Bush, que elaboró el plan y la estratégia para justificar la Guerra en Irak y la toma de las grandes reservas petroleras en el medio oriente. El Vice Presidente Cheney tuvo mucho que ver, por supuesto, en las decisiones sobre la “reconstrucción” de Irak y Afganistán, después de la destrucción causada por la invasión. Repartió la torta petrolera a sus colegas y compañeros imperiales, incluyendo a su propia empresa Halliburton, que logró obtener una gran parte de los negocios petroleros en Irak y Afganistán después de las invasiones.

Y es Cheney quien ordenó la publicación del nombre de la funcionaria de la CIA, Valerie Plame, como manera de vengar a su esposo, Joseph Wilson, ex-diplomático estadounidense que había escrito un artículo desmintiendo la tesis sobre armas de destrucción masiva en Irak. Con esa táctica mafiosa, Cheney puso en peligro la vida de Plame y su equipo y colegas de la CIA y violó la ley estadounidense, que específicamente prohíbe la revelación de los nombres reales de oficiales encubiertos de la CIA. Luego de una larga investigación y juicio legal para descubrir quien había sido responsable por la revelación del nombre de Valerie Plame, un tribunal federal estadounidense imputó al ex-jefe del despacho de Cheney, Lewis “Scooter” Libby, acusado por haber obstaculizado el proceso judicial y por haber mentido a los investigadores federales sobre el asunto. Fue convicto a dos años de cárcel condicional más una multa de $250.000.00, decisión que trajo aplauso en muchos sectores estadounidenses que veían en ésa orden judicial una clase de justicia necesitada en un gobierno que había actuado con plena impunidad durante siete años.

Pero el Presidente George W. Bush tomó la decisión, en víspera de la celebración de 231 años de independencia, de otorgar a Libby una clase de “perdón” que le libera de la obligación de cumplir con un periodo de prisión y también le borra la multa impuesta por la corte. Aún Bush no ha descartado la posibilidad de otorgarle un indulto a Libby.

La semana pasada, Richard Cheney, Vice Presidente de Estados Unidos, anunció que no pertenecía más al poder ejecutivo, y entonces no esta sujeto a la Ley. Esas declaraciones preocupantes fueron hechas en respuesta a múltiples solicitudes del congreso estadounidense para la desclasificación (o clasificación) de información proveniente de su despacho. Pero Cheney, quien había invocado el privilegio ejecutivo en años anteriores como ningún presidente en la historia lo había hecho, decidió que más le convenía no pertenecer al ejecutivo ni a ninguno de los poderes articulados en la constitución – así podría lograr ser hasta más secreto y clandestino con su trabajo, y más corrupto y descaradamente criminal.

A pesar de una reacción mediática que ha criticado estas últimas acciones de Cheney, no ha habido mayor incidente ni respuesta del pueblo estadounidense ni de sus tres poderes. Cheney, quien ahora ha auto-creado un cuarto poder, se declara fuera de la Ley en clara violación de la Constitución de Estados Unidos y los principios fundamentales de la Declaración de Independencia, y nadie hace nada. Si algo parecido hubiera pasado en un país como Venezuela, ya estaríamos invadidos por el imperio “salvador” de la democracia.

En este aniversario de la independencia de Estados Unidos, existe el gran deber de rescatar los principios fundamentales que llevó a un pueblo a la rebelión en lucha de sus vidas y libertades hace 231 años. Existe la responsabilidad de invocar esa frase de la Declaración de Independencia que obliga al pueblo abolir su gobierno si éste viola sus derechos e ideales. Ya no es cuestión de solamente salvar al pueblo estadounidense, sino la humanidad entera.

La imagen de Eva Golinger, es del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

5.7.07

Conservadurismo y fascismo.

Conservadurismo y fascismo.
Por Alberto Müller Rojas
en Aporrea.org, Venezuela, 30 de Junio de 2007.

En muchos de mis artículos he diferenciado el conservadurismo, calificándolo de legítimo, del fascismo que por oposición considero espurio. E iría más allá al estimar la actitud conservadora como necesaria, rechazando por aberrante la posición fascista. Podría ser que en algún momento en el pasado, dentro del ámbito de algunas civilizaciones, o en el marco de algunas culturas primitivas como es el caso de nuestra etnia caribe en su existencia precolombina, estuviesen fundidas ambas posiciones. Respondían al instinto gregario que impulsa la sobrevivencia del grupo, considerando diferentes e inferiores a los extraños percibidos como animales o bárbaros.

Pero ya hace más de 20 siglos la civilización helénica había reconocido la semejanza entre los seres humanos y en la modernidad tal es un hecho ratificado por las ciencias.

De este modo la exclusión por razones de raza, credos religiosos, diferencias etnoculturales, situaciones socioeconómicas es irracional. Empero, en la polémica desatada en nuestro país por el proceso revolucionario, se ha manifestado un movimiento político claramente fascista, no solamente por sus actitudes y conductas discriminatorias sino por la intención visible de imponerse por la fuerza. No se trata de reconocer el conflicto y buscar su superación por medios racionales, incluyendo la guerra. Quienes lo impulsan favorecen la implantación de un "apartheid" que confine la población marginal en "guetos" (tal como en la realidad estaban), sin descartar las posibilidades de genocidios como el practicado en el barrio "Chorrillos", hoy conocido como "Hiroshimita", en la ciudad de Panamá durante la invasión a la República ístmica en 1989.

Desafortunadamente la corriente conservadora hasta ahora dominante en la vida política nacional, gravemente debilitada por el ímpetu de las fuerzas de cambio, se ha subsumido en el movimiento fascista impulsado desde EEUU dentro de la etiqueta del neoconservadurismo. El poder fáctico (fuerzas militares, capital, tecnología) acumulado por este movimiento monstruoso, acaudillado por una mediocracia enseñoreada del ámbito comunicacional que proclama la supremacía blanca, ha alienado a las fuerzas conservadoras nacionales masificándolas. Le han transformado "ipso facto" la duda racional sobre la eficacia del socialismo proclamado por la revolución y colocado en segundos un principio de antipatía natural contra lo disímil en un odio feroz. Los rasgos fundamentales de la alienación. De esta forma este movimiento conservador de raíces naturales, que propende al mantenimiento del "status quo", se ha convertido en un dócil rebaño. En su seno no hay diálogo ni debate que muestre diferencias. Sólo hay una fascinación hacia imágenes virtuales que estimulan esos sentimientos de odio que alimentan su acción.

Pero el conservadurismo es otra cosa. Aunque sus fundamentos como fuerza natural son instintivos, contrarios al progresismo de base cultural, él representa la posición espiritual de quienes aman la seguridad que proporciona la legalidad y el orden, desdeñando la anarquía y los cambios políticos. El mejor ejemplo de esta posición es la actitud asumida por Montesquieu, compartida por los revolucionarios independentistas norteamericanos, y en nuestro medio, entre otros, por Andrés Bello y Cecilio Acosta con la sacralización de las constituciones. Lógicamente al sostener unas creencias tan ilimitadas en las instituciones dificultan las transformaciones políticas exigidas por los cambios sociales. Pero su modo, compartido por miembros de todos los niveles sociales, no excluye al contrario. Al revés. Lo identifica abriéndole posibilidades al diálogo, el debate y hasta la polémica dentro de la racionalidad que provee la norma positiva o consuetudinaria. En otras palabras, le abre paso a la dialéctica que impulsa el ascenso humano. Ello es lo que hace al conservadurismo respetable y necesario. Y es la recuperación de esa dignidad y el reconocimiento de su valor en el proceso político, lo que hace indispensable, para el bien de todos, su diferenciación de ese movimiento fascista que amenaza con la destrucción de la vida.

La imagen de Alberto Muller Rojas, es de Luís Laya. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

4.7.07

El subdesarrollo insostenible.

El subdesarrollo insostenible.
Por Noam Chomsky
en ZNnet en español, 30 de mayo de 2000.

En una conversación reciente se le preguntó a Chomsky "¿Cuáles son los motivos de la presión de los EE.UU. en favor de un desarrollo sostenible en el mundo en desarrollo?". Esta fue su respuesta...

Es la primera vez que escucho eso -¿Favorecen los EE.UU. el desarrollo sostenible?- En tanto yo sé, los EE.UU. favorecen un subdesarrollo insostenible. Los programas incluidos en la política de los EE.UU., échese una mirada a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, como digamos las TRIPs y las TRIMs -Propiedad Intelectual Relacionada al Comercio y Medidas de Inversión Relacionadas al Comercio [por sus siglas en inglés]- están diseñadas para impedir el desarrollo e impedir el crecimiento. Es así que los derechos de propiedad intelectual no son más que una protección del control y los precios monopólicos, que garantiza que las corporaciones, de hecho, en estos momentos, megacorporaciones, tengan derecho a cobrar precios monopólicos, asegurando, digamos, que las drogas de producción farmacéutica sean cotizadas con precios inalcanzables para la mayor parte del mundo, incluso aquí [en los Estados Unidos]. Por ejemplo, las drogas en los EE.UU. son mucho más caras que las mismas drogas tan cerca como en Canadá, y aun más caras que, digamos, en Europa y esto en el Tercer Mundo condena a millones de personas a muerte.

Otros países pueden producir drogas. Y bajo los primeros regímenes de patentes, se tenían patentes de proceso. Ni siquiera sé si esas son legítimas, pero las patentes de proceso significaban que si alguna compañía farmacéutica encontraba una manera de producir una droga, alguien más listo podría encontrar una mejor manera para producirla, pues lo único patentado era el proceso. Así, si la industria farmacéutica brasileña hallaba una manera de hacerla más barata y mejor, bien, podían hacerla. No violaría ninguna patente. El régimen de la Organización Mundial del Comercio insiste en cambio en patentes de producto, y así no se puede encontrar un proceso más inteligente. Nótese que esto impide el crecimiento, y el desarrollo, y que eso es lo que pretende. Pretende detener la innovación, el crecimiento y el desarrollo y conservar ganancias extremadamente altas.

Bueno, las corporaciones farmacéuticas y otras argumentan que necesitan esto para poder recuperar los costos de la investigación y el desarrollo. Pero miremos más de cerca. Una parte muy substancial de la investigación y el desarrollo la paga el público de todas maneras. En sentido estricto, está en el orden de un 40-50%. Pero ese es un subestimado, porque no toma en cuenta la biología básica y la ciencia básica, las cuales están financiadas totalmente de manera pública. Entonces si se obtiene una cantidad realista, es un porcentaje muy alto el pagado públicamente de cualquier modo. Bueno, supongamos que llegara al 100%. Entonces toda motivación para los precios monopólicos desaparecería, y esto implicaría un enorme beneficio social. No hay ningún motivo económico justificable para no hacer esto. Hay un motivo económico, el lucro, pero es un esfuerzo por impedir el crecimiento y el desarrollo.

Pero, ¿qué hay de las Medidas de Inversión Relacionadas al Comercio? ¿Qué hacen? Las TRIPS son proteccionismo directo para el beneficio de los ricos y poderosos, a través de corporaciones subsidiadas públicamente. Las TRIMS son un poco más sutiles. Lo que buscan es que un país no pueda imponer condiciones a lo que un inversionista decida hacer. Supongamos que, digamos, la General Motors, decide llevar a cabo subcontratación en el extranjero, mandar a hacer partes en otro país con mano de obra barata, sin sindicatos, y luego enviarlas de regreso a General Motors. Bueno, los países en vías de desarrollo exitosos de Asia, una de las maneras en que se desarrollaron fue bloqueando ese tipo de cosas, insistiendo en que si iba a haber inversión extranjera, tenía que hacerse de manera tal que fuera productiva para el país que la recibiera. Tendría que haber transferencia de tecnología, o tendría que invertirse en los lugares en que ellos quisieran, o alguna proporción de la inversión tendría que ser para la exportación de mercancías terminadas que produjeran dinero. Montones de mecanismos como esos. Eso es parte de la forma mediante la cual tuvo lugar el milagro económico de Asia Oriental. Incidentalmente, esa es la forma en que todos los otros países en desarrollo consiguieron desarrollarse también, incluyendo a los Estados Unidos, con transferencia tecnológica desde Inglaterra. Esas aproximaciones son bloqueadas por las Medidas de Inversión Relacionadas al Comercio. Superficialmente suenan como si estuvieran aumentando el libre comercio, pero lo que hacen de hecho es aumentar la capacidad de las grandes corporaciones para llevar a cabo administración centralizada a través de las fronteras, porque así es como son la subcontratación en el extranjero y las transferencias intrafirma –centralizadas administrativamente. No son comercio en ningún sentido significativo. Y una vez más minan el crecimiento y el desarrollo.

De hecho, si se observa en general, lo que está siendo instituido es un régimen que previene el tipo de desarrollo que ha tenido lugar en los países que hoy en día son ricos, los países industrializados – no es el mejor tipo de desarrollo que podemos imaginar, con seguridad, pero es al menos desarrollo de algún tipo. Si uno revisa desde Inglaterra a los Estados Unidos, a Alemania, Francia, Japón, Corea – cada uno de estos países se desarrolló violando radicalmente los principios que se están instituyendo en la Organización Mundial del Comercio. Estos principios son métodos de socavamiento del crecimiento y el desarrollo, y de aseguramiento de la concentración del poder. El asunto del desarrollo sostenible ni siquiera aparece. Eso es completamente otra cuestión. El desarrollo sostenible significa, por ejemplo, prestar atención a lo que se llama "externalidades", cosas en las que los negocios no se fijan.

Tomemos, por decir, el comercio. Se supone que el comercio aumenta la riqueza. Tal vez lo haga, tal vez no, pero no se sabe lo que hace hasta no tomar en cuenta los costos del comercio, incluyendo costos que no se estiman, como por ejemplo el costo de la contaminación. Cuando algo se mueve de aquí para allá está creando contaminación. Se la llama una "externalidad" y no se la toma en cuenta. Está el agotamiento de recursos, como cuando se agotan los recursos de la producción agrícola. Están los costos militares. Por ejemplo, el precio del petróleo se mantiene dentro de un cierto margen, ni muy alto, ni muy bajo, mediante una porción substancial [de los gastos] del Pentágono dirigida directamente hacia los productores de petróleo del Medio Oriente, no porque a los Estados Unidos le guste el entrenamiento en el desierto o algo así, si no porque es ahí donde está el petróleo. Se quieren asegurar de que no suba mucho, ni baje mucho, sino que se quede donde lo quieren. No ha habido mucha investigación sobre esto, pero una investigación conducida por un consultante del departamento de energía de los E.U. estimó que los gastos solo del Pentágono significan tal vez un 30% de subsidio para el precio del petróleo, algo dentro de ese rango.

Bien, si uno mira más allá de las fronteras hay numerosos ejemplos como ese. Uno de los costos del comercio es que saca a la gente de su forma de vida. Cuando se exportan productos agrícolas estadounidenses subsidiados a México, esto saca a millones de campesinos de la agricultura. Eso es un costo, de hecho un costo múltiple, porque esos millones no solo sufren, son arrastrados a las ciudades en donde bajan los salarios, y así sufre otra gente, la cual incluye, incidentalmente, a trabajadores estadounidenses, que ahora competirán contra salarios aún más bajos. Estos son costos. Si se les toma en cuenta, se obtiene una imagen totalmente distinta de las interacciones económicas.

Incidentalmente, se puede decir eso de algo como el Producto Bruto Interno. Si se observan las medidas del Producto Bruto Interno, se verá que son altamente ideológicas. Por ejemplo, una de las maneras de aumentar el Producto Bruto Interno en los Estados Unidos es hacer lo que, de hecho, se está haciendo, no reparar las carreteras. Si no se reparan las carreteras y se tienen montones de baches por todas partes, eso significa que cuando los carros pasan, se destrozan. Eso significa que uno tiene que comprarse un carro nuevo. O tiene que ir al mecánico para que lo repare, y así. Todo eso aumenta el Producto Bruto Interno. Se enferma más a la gente contaminando la atmósfera. Eso aumenta el Producto Bruto Interno porque tienen que ir al hospital y pagar doctores y comprar drogas, y así. De hecho, lo que aumenta el Producto Interno Bruto en las sociedades, como están hoy en día organizadas, no es una medida del bienestar social en ningún sentido significativo.

Ha habido esfuerzos para construir otras medidas que sí tomen en cuenta estas cosas, y ellas nos dan historias muy diferentes. Por ejemplo, los Estados Unidos son uno de los pocos países industrializados que no publican "indicadores sociales" regularmente --medidas del bienestar social, como el abuso de menores, su mortalidad, y esa clase de cosas. La mayoría de los países lo hacen. Todos los años tienen un indicador social. Los Estados Unidos no lo hacen, y así es difícil estimar la salud social del país. Pero ha habido esfuerzos por hacerlo.

Hay un proyecto importante en la Universidad de Fordham, una universidad jesuita en Nueva York. Por años han intentado construir un indicador de salud social para los Estados Unidos. Publicaron el último volumen hace un par de meses. Son cosas interesantes. De acuerdo a sus análisis de los indicadores del tipo que mencioné, hasta alrededor de 1975, o sea, durante la "era dorada", como se la llama, la salud social crecía, más o menos, con la economía. En cierta forma seguía a la economía. Conforme mejoraba la economía, mejoraba la salud social. A partir de 1975 los indicadores divergen. La economía ha seguido creciendo, aunque más lentamente que antes, pero la salud social ha decaído. Y continúa decayendo. De hecho, concluyen que los Estados Unidos están en una recesión, una seria recesión, desde el punto de vista de los indicadores que importan. Es entonces que uno empieza a fijarse en cuestiones como desarrollo sostenible, desarrollo significativo. Pero para eso se requiere una perspectiva completamente diferente en todos estos aspectos de la economía y sus consecuencias, etc., una que definitivamente debería de adoptarse. Y esas son las cuestiones que emergen cuando la gente habla de desarrollo sostenible, pero los EE.UU. ciertamente no tienen tal programa. Deberían, pero no lo tienen.

3.7.07

¡PDVSA no dona, invierte!

¡PDVSA no dona, invierte!
Por Mariángela Petrizzo Páez
en Aporrea.org, Venezuela, 19 de Junio de 2007.

¿Qué poder tan terrible y tan sutil ha tenido el petróleo como para sembrar en nosotros los venezolanos un discurso absolutamente rentista arraigado hondamente, aún hoy, a nuestra condición de ciudadanos? El carácter durante tantos años rentista en nuestra economía, ha marcado nuestro modo de ver no sólo a la economía, sino las relaciones familiares, sociales, educativas y de relación con nuestro entorno. Sin duda, desde allí se ha incidido de modo determinante en la construcción del lenguaje con el que transitamos como venezolanos por esta vida, nombrando las cosas y los actos a través de los cuales estas son.

Con muchísima frecuencia escuchamos, casi de modo acrítico, la participación de PDVSA en obras sociales a través de "donaciones", o su intervención en la solución de algún problema de salud individual (el noticiero de PDVSA que se transmite como espacio fijo en las noticias de las 6am de Radio Nacional muestra varios ejemplos de este discurso). En estas acciones, la participación de nuestra empresa de petróleos, generalmente es mostrada como un acto de caridad del coloso hacia la comunidad, entendida aquí la comunidad como un ente difuso, disperso o cuando menos impreciso que le presenta demandas de "ayuda" para que la gran empresa valore si puede satisfacer como obras de caridad. Sin embargo, este discurso tributa muy poco en la búsqueda de establecer y arraigar una noción de responsabilidad social intrínsecamente ligada a su condición de Empresa Pública que, en nuestro actual modelo de Estado, le impone una participación conjunta con esas comunidades a las que hoy en día atiende, que supere una visión de éstas como meros objetos.

La construcción del hombre y la mujer nuevos que demanda el socialismo, pasa por comenzar a construir un nuevo lenguaje sustentado en la reconstitución de aquello que nos da sentido como sociedad, y que atienda la necesidad de nombrar lo que ahora ocurre, posibilitando que ese lenguaje y la palabra se constituyan en herramientas del debate y del discurso que se hace día con día desde nuestras calles en la labor de cada uno de los ciudadanos.

La PDVSA de las donaciones debió haber sido borrada de nuestras mentes con la llegada de la V República, porque PDVSA ni es una empresa privada, ni puede obrar en torno a los fines individuales o de colectivos específicos. Por el contrario, tiene compromiso social que trasciende la mera reversión de las bondades de la industria Petrolera hacia las comunidades en donaciones, hacia la constitución de la verdadera siembra del petróleo en nuestra sociedad.

Pero esta es una condición no atribuible exclusivamente a PDVSA, todas las empresas públicas deben entender que no es de hacer donaciones a individuos o colectivos específicos de lo que se trata. Cierto que la deuda social acumulada durante décadas de pseudo-democracia, hace complicado este trabajo en un espacio donde la venezolaneidad se ha ido desdibujando poco a poco a manos de la corrosión de nuestra cultura por efecto de varios diluyentes (medios de comunicación, sistema educativo, partidos políticos, ejercicio del gobierno durante la IV República...). Sin embargo, PDVSA y las otras Empresas Públicas que ahora son de todos los venezolanos deben asegurar la retención social de beneficios invirtiendo en la sociedad, más allá de las inversiones económicas puntuales. Deben comenzar a funcionar como verdaderos motores del cambio. Cambio que debe operar primero, qué duda cabe, en cada uno de los ciudadanos de este país.
El autorretrato de Mariángela Petrizzo Páez fue tomada de su antiguo Home Page.

2.7.07

El ¿Partido? Socialista Unido.

El ¿Partido? Socialista Unido.
Por Alberto Muller Rojas
en Aporrea.org, Venezuela, 23 de Febrero de 2007.

No será fácil para los venezolanos a quienes se nos ha confiado la tarea de proponer una formula para articular políticamente las fuerzas de cambio que respaldan las políticas del actual régimen de gobierno. El mismo término de partido es contradictorio con la idea de democracia participativa, contemplada en la parte programática -sin dudas de inspiración socialista- de la constitución vigente. Esta institución, creada dentro del marco de la noción de democracia representativa instaurada por la burguesía, fue concebida como un instrumento de intermediación entre pueblo y gobierno. Serviría para canalizar las demandas de la gente dirigidas a las instituciones políticas encargadas de tomar las decisiones relativas a la adjudicación de valores sociales a los distintos sectores que actúan dentro del Estado. Se trató de una formula disfuncional, generadora de oligarquías, que prostituyó el sufragio mediante la técnica del “marketing político”. Una practica antagónica a la propia noción de democracia, convertida en mecanismo para el establecimiento de plutocracias. Lo que no resulta discordante con la vieja noción de partido, seria el papel de la nueva institución en la búsqueda y conservación del control del poder en el marco de un Estado, que tampoco es un fin en si mismo, sino un medio para el logro del ascenso humano. Unas funciones que demandan de la organización social para encausarla dentro de la dialéctica política que enfrenta las tesis de la inercia, favorecedora del mantenimiento de la estructura social existente en un momento histórico, ante el deseo de ascenso humano, que impulsa el cambio.


Allí es donde radica la dificultad de la tarea encomendada. Para una unidad social básica -familia, vecindario, comunidad, o grupo funcional- sus intereses específicos son mas o menos definidos con cierto grado de precisión. No ocurre lo mismo en agregados sociales complejos, desde la tribu hasta las actuales organizaciones supranacionales. En ellas la acción estructurante se orienta por fines (valores) que son de naturaleza abstracta. No se materializan en ningún ente concreto. Nadie ha visto, ni puede describir, salvo como ficción, una sociedad nacionalista, liberal o socialista. Se han visto intentos de aproximación hacia estos arquetipos, que por ser reduccionistas, desconocen la riqueza de la realidad. Y al ignorarla, se sorprenden de la acción de variables no identificadas, que llevan al traste sus experimentos. La historia nos refiere únicamente el auge y caída de los centros de poder que han ensayado distintas formulas de organización social, pero no nos muestra una que haya persistido en el tiempo. De allí que el desafió que tenemos este pequeño grupo de venezolanos, radica en comprender la complejidad de nuestro pueblo y del ambiente internacional donde existimos, para transformar los movimientos sociales que aspiran cambios, en una fuerza política que propenda a estructurar una sociedad en la cual se tienda a minimizar la pobreza y la miseria material y psicológica de sus miembros. El fin de la sociedad socialista.

La imagen de Alberto Muller Rojas, es de Luís Laya. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

1.7.07

Burocracia y socialismo.

Burocracia y socialismo.
Por Ernesto Villegas Poljak
en Aporrea.org, Venezuela, 06 de Mayo de 2005.

El socialismo del siglo XXI, que de un tiempo para acá anda proclamando Hugo Chávez por el mundo, genera más preguntas que respuestas. Las interrogantes tal vez sean mucho más numerosas, profundas y complejas entre sus propios seguidores y simpatizantes que entre los detractores del presidente venezolano, siempre llenos de certezas negativas con respecto al personaje y sus ideas.

Alguien tan inteligente como Albert Einstein -¿quién lo duda?- se proclamó socialista allá por 1949. Lo hizo en un artículo publicado en una revista de Nueva York, The Monthly Review , donde formuló una crítica demoledora a las perversiones del capitalismo y planteó que “hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales”.

¿Qué pensaba Einstein del capitalismo? Nada bueno.

* “El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos (…). El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática.

Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población.

Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos”.

* “No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes”.

Una “mutilación de los individuos” que Einstein ponderaba como “el peor mal del capitalismo”. Un mal que veía enraizado en el sistema educativo, donde “se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura”.

Al abogar por el socialismo, el insigne científico consignó un “pero” que, a 50 años de distancia, vale la pena debatir en la Venezuela y el mundo del siglo XXI, a la luz de las experiencias socialistas vigentes y pasadas: “Sin embargo –reza el último párrafo del artículo de Einstein-, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?”.


Si el fastidio no le hizo abandonar esta columna, y llegó hasta esta línea, convendrá usted en que las inquietudes de Einstein siguen sin contestación. Las experiencias socialistas del siglo XX no las aclaran, sino que las confirman. Las respuestas habrá que ir construyéndolas sobre la marcha, si es que en serio vamos hacia el socialismo del siglo XXI. Pero hay que apurarse. No vaya a ser que antes la burocracia se nos torne, como ya se asoma, demasiado “arrogante” y se crea de verdad “todopoderosa”.
La imagen, Relativity, de 1953, es de Echer.